viernes, 21 de agosto de 2020

POR LAS ISLAS MACARONÉSICAS (II)


CABO VERDE ISLAS DE SÃO VICENTE Y SANTO ANTÃO
-SEGUNDA PARTE-
(Dedicado a Antonio, nuestro secretario)
Tras desayunar y repasar las pertenencias con las que cargaríamos durante nuestros 4 días de caminata, nos dirigimos a la parada de los alugueres, de Paúl a Ponta do Sol la ruta va siguiendo la espectacular carretera costera, debido al poco transito de pasajeros tuvimos que hacer un cambio de vehículo en Ribeira Grande con el que ya llegamos a Ponta do Sol.



En la imagen de Google Earth, se pueden ver las cuatro jornadas de marcha que encadenamos (Rojo, Azul, Verde y Naranja. En Blanco los desplazamientos en Aluguer).

Desde la parada en Ponta do Sol, nos dirigimos primeramente hacia el mar.





En concreto a su pequeño puerto pesquero, allí intercambiamos una breve charla con un pescador retirado.










Desde el reducido rompeolas tenemos una vista de por donde transcurre nuestra primera jornada, vamos a hacer una de las caminatas más populares de la isla (desde Ponta de Sol a Cruzinha, pasando por la población de Fontainhas).

Nosotros dormiremos cerca de Cruzinha, mucha gente se aloja en Ponta do Sol y para hacer la ruta acuerdan el transporte, de tal manera que van hasta Cruzinha en vehículo y hacen la vuelta a pie o viceversa. De hecho nosotros recibimos, mientras salíamos del pueblo, varias propuestas de llevarnos a Cruzinha, o de ir a recogernos allí por la tarde, a las que renunciamos amablemente.





Desde la zona del puerto se sale hacía el Sur por las calles del pueblo mientras se gana altura:



En el sentido en el que nosotros vamos a hacer la ruta el mar siempre lo tendremos a nuestra derecha, dejamos atrás unas cochiqueras comunitarias, por lo que entendimos antes la gente tenía a los animales en la casa familiar pero en algunas poblaciones habían construido este tipo de instalaciones comunitarias en las afueras.









La ruta va ganando altura sobre los acantilados, en este tramo inicial la senda va por una carretera aún transitable por vehículos.



Poco a poco nos vamos acercando a la Ribeira das Fontainhas





Donde se encuentra el pueblo del mismo nombre.

La ubicación es espectacular y de hecho al regresar a España nos encontramos el siguiente artículo en National Geographic.






En la ladera contraría por la que descendíamos al pueblo, se puede observar como la ruta ya continua por senderos no aptos para vehículos, no obstante, estos senderos y el resto por los que caminamos los cuatro días, siguen siendo utilizados habitualmente por los lugareños en sus desplazamientos.





Descendimos al pueblo, donde aprovechamos para comprar alguna cosilla y comenzamos la remontada por la otra ladera de la ribeira, toda la caminata se trata de ir subiendo y bajando para sortear las distintas ribeiras, esto hace que a lo largo de la ruta se acumule bastante desnivel.

En nuestra subida nos encontramos bajando al pueblo a esta mujer, tras un breve intercambio de palabras le pedimos permiso para sacarla una foto.





Llegando a uno de los varios collados dejamos atrás las vistas a Fontainhas.
































Una vez superado el paso toca descender de nuevo para cruzar la Ribeira do Corvo







Llegando a la pequeña aldea de Corvo:











Una vista atrás para observar en la ladera la senda zigzagueante:





Casi hemos descendido hasta el nivel del mar, iniciamos ahora un tramo por una zona donde el camino va casi colgando sobre el mismo.




Este tramo es bastante llano y nos lleva a la aldea de Formighinas, último lugar habitado antes de llegar a Cruzinha.



A lo lejos, en un saliente, se adivinaba entre la bruma el complejo donde teníamos reservada habitación para hacer noche.



El camino va pegado al acantilado y las obras realizadas para ganar algo de anchura se vuelven auténticos mosaicos verticales:



Vista hacia atrás a Formiginhas, a esta altura del camino alcanzamos a ver un par de tortugas nadando en el mar.





Entrante en el terreno que el camino dibuja perfectamente:





Uno de los puntos donde hay que bajar hasta la altura del mar para cruzar una ribeira:





Bajando a las casas abandonadas en Chã de Mar:







































































Bajamos de nuevo hasta la altura del mar para cruzar la ribeira Aranhas y de nuevo tras el cruce remontar el camino en zig-zag:












La jornada va llegando a su fin, en el saliente está ya muy próximo el alojamiento que tenemos reservado:









Vistas desde el Alojamiento:





Aunque el alojamiento nos ofrece la posibilidad de cena, finalmente nos desplazamos a la pequeña aldea de Cruzinha, donde encontramos un modesto restaurante para recuperar fuerzas.

Al día siguiente, iniciamos la marcha dejando atrás nuestro alojamiento:







Volvemos a hacer el corto recorrido hasta la aldea de Cruzinha:









Dejamos atrás el pueblo por una pista:





Tras ganar algo de altura la pista nos hace bajar hasta el nivel del mar en la desembocadura de la Ribeira da Garça.



Aunque podríamos avanzar por el fondo de la ribeira, decidimos subir por su margen izquierda para atravesar los distintos conjuntos de casas de Chã da Igreja:



Imágenes del tramo final de la Ribeira da Garça:









Tras alcanzar el conjunto más numeroso de casas, descendemos de nuevo a la ribeira:





Tras un breve trecho por el lecho prácticamente seco de la ribeira, nos salimos de la misma por su margen derecha:





Las casas de Chã da Igreja quedan atrás.

Como ya comenté, una de las particularidades de estos senderos de Santo Antão es que siguen siendo utilizados como vías de comunicación por las habitantes de la isla. Con lo que no es difícil encontrase gente trabajando en los campos o transitando por los caminos. Estas dos mujeres bajaban el producto de su trabajo en los bancales:







Tras superar un collado cambiamos a la Ribeira do Mocho, con cantidad de bancales en sus laderas y casas salpicando la parte alta de las mismas:









Un poco más adelante nos paramos a la sombra de una de las casas existentes al pie del sendero, para picar algo, a nuestra conversación salió una señora de la casa, con la que compartimos unos higos secos y un poco de charla, aunque ésta resultó dificultosa, en Cabo Verde la lengua oficial es el portugués, pero en todas las islas se habla criollo caboverdiano (con variantes entre las islas), según nos comentaron, posteriormente, este último es el único hablado por algunos habitantes de mayor edad y en zonas aisladas.







Detrás quedaba el collado por el que habíamos accedido a la ribeira…


...y por delante la ladera a remontar para continuar nuestra travesía:










La subida por la ladera, que desde lejos parecía infranqueable, se iba dibujando ante nosotros como un sendero serpenteante:


Al fondo en la costa se aparecía en la lejanía el alojamiento donde habíamos pasado la noche:


































Superando el collado pasamos a otra ribeira en este caso a la Ribeira Grande, en la desembocadura de este valle se encuentra la población del mismo nombre, la idea es buscar algún alojamiento en el fondo del valle ya que no tenemos nada reservado para pasar la noche.



































































































El descenso se hace por un camino que suaviza la pendiente mediante continuas recurvas, los paisajes sobre la ladera contraria y el fondo de la ribeira, son espectaculares.




Tras dejar atrás las casas encaramadas en la ladera, alcanzamos el fondo de la ribeira, donde tomamos la carretera en descenso hacia el mar, preguntamos a una pareja que caminaba por la carretera sobre alojamientos por la zona y nos recomendaron coger un aluguer y bajar hasta la población de Ribeira Grande donde tendríamos varías opciones, así que seguimos caminando girándonos hacia atrás cada vez que oíamos un vehículo hasta que paso un aluguer a la altura de Boca de Coruja, le hicimos un gesto y nos recogió llevándonos hasta Ribeira Grande.



La población de Ribeira Grande, en la costa pero sin puerto, tiene un pequeño núcleo histórico con algún que otro edificio de arquitectura colonial.








Tras alojarnos y asearnos salimos a cenar, tras una abundante cena paseamos un poco antes de volver al hotel, encontrándonos en la plaza con una especie de cine de verano popular (en pleno diciembre).


Al día siguiente antes de coger un aluguer a Coculi, donde comenzaría nuestra jornada de hoy, dimos una vuelta para ver el ambiente matinal del pueblo:






Nos dirigimos a las afueras, donde tomamos un aluguer que nos remontase el tramo de carretera hasta Coculi.



En la misma carretera compramos alguna cosa en una Mercearia que nos proveyó de las mismas en "la medida de lo posible", también conversamos con un antiguo caboverdiano que disfrutaba en su país de la jubilación tras haber estado emigrado en los EEUU.




Tras una breve vuelta por la pequeña población de Coculi, salimos de la misma remontando la Ribeira de Figueiral:







La subida en la parte baja del valle era muy suave y se hacia animada observando los campos de caña de azúcar y a los habitantes de la zona:









Poco antes de llegar al cruce de caminos de la imagen superior la pista ya no era apta para vehículos, nosotros tomamos la dirección de la flecha roja y la pendiente ya comenzó a resultar más intensa.




Según ganábamos altura las casas comenzaron a aparecer más dispersas y los cultivos pasaron de la caña de azúcar al maíz.
































La jornada avanzaba y nosotros seguíamos ganando altura, con lo que al echar la vista atrás teníamos estupendas panorámicas donde podíamos observar todo el camino recorrido.








Aunque ya se intuía que pronto alcanzaríamos el collado aún era difícil descubrir por dónde saldríamos a él.





Dejamos atrás la última casa antes de salir al collado:



Tras el collado llegamos a una especie de meseta desde la que nos dirigimos a Agua das Caldeiras, por encima de la Cova de Paúl, donde teníamos reservado nuestro alojamiento, muy próximo al mirador de la Cova.




Vista de Cova de Paúl desde el mirador:


Vistas hacia el Sur y el Oeste desde la parte alta del alojamiento, en el que cenaríamos (Cachupa con pescado) y pasaríamos la noche.







Tras desayunar salimos para nuestra cuarta y última jornada de caminata, habíamos pensado en subir hasta Pico da Cruz, el punto más alto de la zona Este de la isla, pero las nubes estaban justo encima de nosotros dificultando la visibilidad.
  


No obstante la niebla, inicialmente nos dirigimos hacia la zona de Pedra Rachada.



Para luego volver al punto donde pasamos la noche e iniciar ya la ruta por la Ribeira de Paúl, en esta ocasión también es una ruta muy popular de un día, en el que se sube hasta este punto en vehículo y se hace la caminata de descenso.





























Al lado del alojamiento había una mercearía, como habíamos desayunado muy pronto al salir aún no estaba abierta, pero en nuestro segundo paso ya pudimos comprar alguna provisión para el día: 


La Cova de Paúl es un caldera volcánica de aproximadamente 1 km de diámetro, la caldera se beneficia de abundantes precipitaciones que hacen que sea un área muy fértil








La ruta habitual bordea la caldera por el Oeste, se accede a ella desde el Sur en descenso y luego se comienza la remontada para salir por el Norte de la misma:





Por la parte Norte se sale por un angosto collado a la parte alta de la Ribeira de Paúl, desde el collado se deja atrás la vista de la caldera y por delante se tiene una espectacular vista del valle y de la no menos espectacular senda de descenso:



Perdiendo algo de altura salimos de la neblina y vemos completo el Valle, con la Cidade das Pombas al fondo en la costa, objetivo final de nuestra jornada.











Tras innumerables zigzas, alcanzamos zonas de la ladera aprovechadas para el cultivo:












Tras alcanzar la zona de casas más elevadas, llegamos a una de ellas donde unas señoras tenían a la venta distintos productos de la zona.



Un poco más abajo llegamos al primer núcleo de población.




Una Mercearia con un buen surtido, sobre la bascula la botella de grogue, el grogue es el aguardiente de caña local, en todas las Mercearias que conocimos podías pedir un vasito de grogue artesanal, embotellado en distintos recipientes de circunstancias, por un precio irrisorio.










Cultivos en el lecho de la ribeira:




En esta parte final de la Ribeira de Paúl, a menor altitud, aparecen mayoritariamente los cultivos de caña de azúcar con destino principal a la producción del grogue.








El descenso en la parte final, hasta alcanzar el alojamiento, estaba muy concurrido de gentes caminado arriba y abajo por la carretera.



Como aún nos quedaba un día antes de volver a San Vicente para tomar un vuelo a la Isla de Fogo, decidimos improvisar una ruta sin muchas complicaciones por otras ribeiras cercanas a la de Paúl.



Montamos en un Aluguer en Cidade das Pombas del que descendimos en un cruce justo antes de Ribeira Grande, en la pista de subida a Covoada.

Desde allí iniciamos en ascenso, cruzándonos con escolares camino del colegio.








El paisaje era muy parecido al de día anteriores, pero seguía resultando muy atractivo.




Tras parar un rato para comer incluyendo unas frutas que le compramos a un hombre con el que nos cruzamos y que bajaba un cesto de ellas, iniciamos de nuevo la marcha, mientras que por la ladera de enfrente los escolares retornaban a sus casas:















Un drago, elevándose sobre unas plantas de café cultivadas en los bancales:




Finalmente tras hacer un arco en sentido contrario a las agujas del reloj, descendimos de nuevo a la carretera costera por Lombo Branco y allí tomamos un aluguer a Cidade das Pombas.

Al día siguiente madrugamos para ir al puerto:




Allí tomamos el Ferry de vuelta a São Vicente:


Desde São Vicente, tomaríamos un vuelo a la isla de Fogo, pero esa es ya otra historia.



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